Enderézate y mantén los hombros hacia atrás, parte I

por | Ago 28, 2019 | Actualidad | 0 Comentarios

 

Para comprender lo que nos plantea el actualmente célebre psicólogo Jordan Petersson canadiense en su primer capítulo del libro “12 reglas para vivir.

Un antídoto al caos” puede resultar ejemplificadora la siguiente fábula del padre de la gran mayoría de las fábulas occidentales con las que hemos crecido, Esopo.

 

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El lobo y el cordero

Un lobo y un cordero cada uno por su lado, fueron a un río a beber agua para calmar su sed. El lobo estaba bebiendo agua en la parte de arriba del río, mientras que el cordero bebía agua más abajo. El lobo buscando pretextos para atacar al cordero comienza a decirle lo siguiente:

¿Por qué me enturbias el agua mientras yo bebo?
El cordero responde, preguntándole al lobo, que como él le puede empañar el agua si está bebiendo en la parte baja del río. 

El lobo no entrando en razón y no escuchando al cordero, le acusa diciéndole que está blasfemando, el cordero en su defensa alega que no ha blasfemado, y que solo quiere beber agua.

Pero el lobo buscando más pretextos para atacar y comerse al cordero, le acusa diciéndole que su padre hace seis meses atrás le había ofendido. El pobre cordero le dice que él en ese tiempo todavía ni había nacido.

Eso no importa – dice el lobo – pagaras la ofensa de tu padre con tu vida, y tras decir eso, el lobo se lanza sobre el cordero y lo devora.

Desde la visión de Peterson las personas se dividen en dos categorías: Lobos y Corderos. Una visión dicotómica que aparecerá recurrentemente a través del capítulo en su referencia a personas buenas o mal intencionadas, dominantes versus dominadas, ganadoras en oposición a perdedoras. Este reduccionismo genera cierto rechazo, pero hay que reconocer que el autor intenta ser práctico, muy propio de la visión psicológica de la que es heredero (corriente cognitivista-conductual). Así por ejemplo, dará a entender que el fin último del ser humano es la adaptación, préstamo conceptual de la teoría evolucionista, por eso no es de extrañar que en gran parte del texto ejemplifique su visión del ser humano en base al comportamiento de las langostas fundamentándose en la continuidad filogenética entre especies. Así el concepto que debidamente adaptado llevado al contexto humano sería el de ganador o el de dominante, más no necesariamente el de bueno.

No hay que malinterpretar al autor, ya que si bien todo el grupo de los lobos es dominante, no todos los dominantes son lobos. Sin embargo si eres cordero, definitivamente eres un dominado o más bien un perdedor. ¿Qué es ser un ganador en la visión de este psicólogo mediático? Pues tener una buena casa, recursos (acceso a bienes y servicios), una buena pareja (sana y atractiva), buena salud (física y mental) entre otros, un concepto muy parecido al de éxito de la visión capitalista, muy estadounidense y de paso occidental.

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Para no restarle méritos al autor, no es desacertado referirse a la sociedad actual como un escenario de cuidado, con esto me refiero a que la cotidianeidad del mundo está marcada por relaciones de poder que pueden generar fenómenos tan funestos como la explotación, la injusticia y el abuso entre tantos.

Sin embargo en palabras del Filósofo Byung Chul Hang, las relaciones de poder no necesariamente deben dar paso a fenómenos negativos donde el otro sea despojado de su condición de ser humano. 

Mientras que el fenomenólogo checo Patocka expresa que el ser humano puede escapar a esta condición de la vida cotidiana (la supervivencia) para encontrar en el otro y a través del otro su propio desarrollo personal, su verdad.

El tema del crecimiento personal lo aborda Peterson a través de su homologación con el ser exitoso. Para ello refiere varios pasos necesarios de dar y que parecen interesantes de mencionar.

El primero de ellos como lo refiere la fábula es responder a la agresión. Aquí se refiere a las personas con tendencia a la compasión y el sacrificio como ingenuas y fáciles de explotar, dando por supuesto que todas aquellas con esta inclinación son personas que se desconocen a sí mismas y que toman preceptos morales de manera impropia fruto de una crianza en la burbuja, es decir lejos de cómo realmente el mundo es (caótico).

Pues me parece evidente que no todas las personas con tendencia a la compasión y el sacrificio son así. Sin embargo el desconocimiento personal si puede llegar a ser un grave problema. La clave según Peterson parece ser acogerse en aquel lado siniestro con el que cada uno carga, aceptar esa mala persona que vive en cada uno, ese lobo. En este punto me parece imposible no pensar en Demian de Herman Hesse y Abraxas el dios sincrético que une la luz y la oscuridad.

Nuevamente el recurso de la dicotomía vuelve a estar presente sin restarle mérito a lo que parece ser una interesante intuición del autor, ya que las personas con un cuadro sintomatológico regularmente presentan un quiebre de identidad o la imposibilidad de negociar ciertas experiencias con quienes son en ese momento. Para ejemplificar de manera muy general, el caso de la persona que tiene la certeza de ser fuerte puede ser incapaz de integrar a su identidad una experiencia negativa donde se reconoce como débil o perdedora.

La otra gran sugerencia dada por el autor es romper el bucle de retroalimentación positiva, otra interesante intuición que hace referencia al atrapamiento vital en que la mayoría de los “perdedores” están, haciendo siempre lo mismo con consecuencias negativas que refuerzan su auto-concepto de “perdedores” que las lleva a hacer nuevamente lo mismo y así sucesivamente hasta el infinito…. Es solamente en este punto donde uno puede entender el título de este primer capítulo: “Enderézate y mantén los hombros hacia atrás”, ya que refiere que un cambio corporal podría romper este bucle al tener la disposición corporal un efecto psicológico directo en la disposición afectiva, es decir, una postura corporal de perdedor reafirmara emociones negativas.

Luego enfatiza que este primer movimiento trae como consecuencia inmediata un cambio de actitud, es decir, parecer un ganador conlleva empezar a actuar como uno y de esta manera la posibilidad de llegar a hacerse cargo de lo que genera malestar. Creo, en primer lugar, que es necesario decir que el 90% de lo que comunicamos es no-verbal, sin embargo para lamento de la mayoría, lo no-verbal no puede ser manipulado por lo que si sientes emociones negativas o te sientes mal contigo mismo es muy probable que lo transmitas aunque no quieras.

En segundo lugar, el autor equivoca el punto de llegada con el punto de partida. Si una persona no se siente bien consigo misma y se encuentra atrapada en este bucle que la priva de libertad, lo primero es atender qué es lo que la tiene de esa manera y para ello muchas veces es necesario psicoterapia y no un cambio actitudinal, ya que no se puede resolver un problema, si se desconoce su origen, o en otras palabras, cambiar la postura corporal no nos revelara nada del origen de esa manera de sentirse, de ver el mundo y de verse a sí misma. Solamente llegando a esa comprensión se genera un reposicionamiento que se hará cuerpo, solamente así uno será un “ganador” de sí mismo.

Ps. Maximiliano Pino

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