Hace cerca de 23 años el profesor estadounidense de ingeniería mecánica de la Universidad de Duke de Carolina del Norte Adrian Bejan, formuló una ley física que denomino “Ley Constructal”.
Según esta ley:
“Todo proceso en movimiento, da igual si es algo vivo, como una planta, un río o algo más intangible o inanimado, como una ruta migratoria o la comunicación entre computadoras, avanza hacia una mayor eficacia.”
Esta interesante propuesta si bien surge en el ámbito de las ciencias duras tiene un amplio campo de aplicación que la convierte en uno de los desarrollos científicos más importantes del último tiempo y que a medida que pasa el tiempo sigue generando fundamentos científicos que la respaldan.
Fruto de esta amplia variedad de aplicaciones, que involucran fenómenos tan diversos como la evolución, la política, los cambios sociales y la personalidad entre otros, llevo a Bejan a escribir un interesante libro que se denomina “La física de la vida: La evolución del todo”, publicado en 2016.
¿Pero cómo es posible esto?
Según Bejan, en la medida que un sistema se mantenga en movimiento, el mismo flujo le permitirá optimizarse a través de una reconfiguración constante del sistema a través del reordenamiento y minimización de las imperfecciones con el fin de que el flujo sea mejor. Así, según esta ley, la tendencia es siempre hacia una fluidez más fácil, y con el tiempo más grande, generando inherentemente una mayor eficacia.
¿Por qué el autor habla de una ley y no una teoría?
Una ley debe explicar o resumir un fenómeno universal, como las leyes de la dinámica de Newton. Es decir, debería explicar cualquier fenómeno imaginable contenido dentro de esa teoría y hasta el momento La ley constructal sigue ganando prestigio en los círculos científicos.
¿Qué importancia tiene entonces en la psicología?
Si una dinámica se vuelve más eficaz cuanto más fluida y libre es, entonces la moraleja para nuestras vidas bien podría ser «no te pares». La ley constructal aplicada de una manera práctica a nuestro día a día, a nuestro trabajo, sugiere que cuanto más libres, flexibles y dinámicos nos volvamos, más eficaces seremos.
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Desde el ámbito clínico, lo anterior resulta relevante si consideramos que la mayoría de las personas vienen a psicoterapia con una sensación de estancamiento en sus vidas. A esto también se le suele denominar la pérdida de la libertad, una sensación de estar atrapado en una forma de vivir que es siempre igual y que genera malestar.
Lamentablemente el mundo de estas personas se va encogiendo cada vez más y no ven otras posibilidades de acción que las que ya conocen, repitiendo una y otra vez un patrón que les genera sentimientos negativos y malestar consigo mismas.
Lo anterior tiene un fundamento neurocientífico, ya que la zonas cerebrales relacionadas con nuestro pasado son las mismas que se encuentran involucradas en la visualización de nuestro futuro por lo que existe una inclinación a anticipar nuestras posibilidades en función de lo que hemos vivido generando una inclinación a la repetición que en el caso de las personas con problemas psicológicos conlleva un malestar significativo.
Al mismo tiempo esta forma recurrente va generando una manera de ser que se vuelve siempre igual o en otras palabras, una rigidización de nuestra personalidad.
De esta manera nos volvemos cada vez más incapaces de adaptarnos a escenarios diferentes o de lidiar con contextos distintos, lo que va acompañado de un estancamiento emocional que fluctúa en un rango muy limitado de emociones que son casi siempre las mismas y de malestar.
Pues bien, en psicoterapia un buen comienzo es comprender qué de nosotros mismos genera el estancamiento, pero poco avanzaremos si una vez entendido esto no hacemos nada al respecto. Como decía Albert Einstein, si queremos una vida diferente primero tenemos que hacer cosas diferentes.
Si estamos atrapados en un determinado ámbito no avanzaremos a menos que hagamos algo distinto y según esta teoría mientras continuemos haciéndolo, aunque fallemos, nos volveremos cada vez más eficaces hasta lograr un estado óptimo. De esta manera la premisa sería inténtalo y sé constante, tu peor enemigo siempre será la inercia.
Ps. Alma Bascuñán S.
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