“La educación significa educar en el amor, en el respeto a uno mismo y hacia los otros”
F. Dolto
En ocasiones las personas llegan a consultar por recetas o lista de cosas que debe hacer y que no, con el objetivo de resolver un problema con su hijo o hija. Por una parte, es positivo que consulten porque eso demuestra que hay interés, pero por otra parte eso no basta para resolver el problema de fondo. Nuestra perspectiva de los tratamientos psicológicos apuntan principalmente al sufrimiento de las personas y no a su comportamiento como tal, lo cual implica un compromiso mayor y alejado de lo que son recetas o consejos. El objetivo último está en que las personas sean capaces de tomar sus propias desiciones sobre los roles en los cuales tienen que dar cuenta.
No obstante, hay comportamientos que son básicos para personas que están en proceso de crianza y que, para algunos, pueden parecer muy obvios, pero que para otros no los son tanto y no está demás recordar:
Hay que saber que “tener autoridad no es lo mismo que ser autoritario”, por lo tanto, es necesario que los padres tomen decisiones por sus hijos y ejercer la autoridad de la forma más saludable posible.
Al momento de dar órdenes éstas deben ser consistentes y “predicar con el ejemplo”, hacerlo con cariño y humor, pero siendo firmes en las órdenes.
Para que un hijo sea respetuoso, éste debe tener una gran estima hacia sus padres y esa estima se gana, se construye y se hace día a día.
Respecto a los castigos, hay que tratar de cambiar la palabra “castigo” por “consecuencias”. Los castigos no ayudan a reflexionar si algo esta mal o no, lo más importante es que comprenda por que No es conveniente para él por sus consecuencias.
La consecuencia de los castigos es que la persona se centrará en lo que perdió por culpa de éste y sólo tendrá como resultado mucha frustración.
No poner en riesgo el amor, eso es cruel y sólo generará angustia y tristeza. Por ejemplo al decir: “no nos quieres” o ” te dejaremos de querer “, o cosas que estén relacionadas con el cariño que existe.
El mejor premio que se le puede dar a los hijos es transmitirle alegría y orgullo por cumplir los objetivos, los premios son mercantilistas y engañosos, pero esto no quiere decir que de vez en cuanto se le premie con objetos sólo que hay que ser cauteloso con ello.
Los límites no se deben establecer de forma violenta, dentro de una crisis o justo en medio del conflicto. Poner límites es algo fundamental para el desarrollo psicológico de las personas y se deben colocar de forma coherente, evitando el autoritarismo.
La llave maestra en todas las cosas es el equilibrio y para ello se debe conocer al otro para saber si necesita ser más flexible o rígido, para saber cuando hay que poner límites y cuando consentir.
Crear un ambiente lo mas calmado posible ya que los hijos imitan a sus cuidadores y si ven agresividad, por ejemplo, se comportaran de forma agresiva. Hay que intentar propiciar un ambiente relajado.
Finalmente nunca se debe golpear físicamente a un niño o adolescente, ya que éstos encontrarán dos salidas: la primera es llenarse de tristeza y la segunda volverse agresivo.
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