“Es como vivir en una jaula cuyos barrotes están compuestos de miedos, de traumas, de defensas para protegerse de un eventual daño”
¿Qué es la agorafobia?
Según el Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales DSM-V, define la agorafobia como “la aparición temporal y aislada de miedo o malestar intenso frente a lugares abiertos o con aglomeraciones”. Es un afección que se encuentra en la categoría de los Trastornos de ansiedad del manual, por lo tanto puede existir la presencia de “ataques de pánicos” (crisis de ansiedad), lo cual va siempre acompañado de síntomas físicos como la respiración agitada, sudor, sensación de ahogo, mareo o temblores. La agorafobia es el resultado de ataques de pánicos repetitivos o de la exacerbación de síntomas físicos asociados a la ansiedad.La evitación a ciertos lugares, se da principalmente por el miedo a no recibir la ayuda necesaria en el caso que se desencadene una crisis de pánico o aumento de la ansiedad. Por lo tanto, la persona reduce su movilidad a sitios considerados seguros. Podemos decir entonces, que el miedo fundamental sería a evitar lugares en donde la persona se siente insegura o sucederán cosas que no podrá controlar, por ejemplo, podría estar en un hermosos y silenciosos valle siempre y cuando fuera un valle conocido, en donde le proporcione seguridad todo lo que la circunscrita.Desde la psicología, una de las posibles causas es alguna experiencia traumática o negativa anterior. La evitación actúa como una mecanismo de aprendizaje que mantiene y refuerza el problema.Respecto a la pandemia por el Coronavirus que estamos atravesando se ha observado en países europeos que después de un extenso confinamiento, algunas personas han presentado problemas para salir de éste, evitando salir a la calle poniendo variadas excusas para seguir quedándose en casa. El estrés, la angustia y todo el padecimiento asociado al encierro desencadena una serie de miedos que en muchas ocasiones se convierten en pánico, desencadenando la crisis.
Descripción de los síntomas
Por lo general, la agorafobia va acompañado de síntomas físicos intensos que son las respuestas del cuerpo desencadenadas por la ansiedad. Estos síntomas corporales, son asociados automáticamente con alguna enfermedad grave, lo que genera el miedo. Estos síntomas son:
Aumento de los latidos cardíacos
Temblores
Sudores
Náuseas
Angustia
Dificultad para respirar
Mareos y debilidad.
Este puede puede comenzar con dolencias físicas inofensivas como mareos o náuseas, incrementándose cada vez más cuando la persona se ve expuesta a situaciones que trata de evitar.Éstos miedos suelen estar relacionados con situaciones específicas, que la persona tiene más o menos identificada, sin embargo estas no representan una amenaza real, hay una ausencia de peligro real. Las crisis se presentan de forma repentina y alcanzan rápidamente su punto máximo en cuanto a la intensidad. Surge ahí una fuerte sensación de peligro y de muerte, surgiendo la necesidad a de escapar.Los ataques de pánico también pueden ocurrir en el contexto de otras problemas psicológicos o físicos, como por ejemplo, problemas a la tiroide o la depresión. Las patologías cardíacas también pueden desencadenar síntomas similares; por lo tanto, se deben realizar exámenes médicos previos a cualquier diagnóstico de agorafobia y realizar una anamnesis completa.Entonces, la agorafobia presenta dos componentes esenciales: el fisiológico y el psicológico. Se da en personas con una fragilidad biológica (sistema nervioso autónomo mayormente reactivo) y con una fragilidad psicológica (inadecuado manejo emocional y distorsiones cognitivas). La persona asocia el malestar fisiológico con sensaciones internas fisiológicas inocuas, la persona se pone ansiosa y luego surge la generalización del aprendizaje.
¿Cuál es la prevalencia?
Según el manual de diagnóstico, las mujeres tienen más del doble de probabilidades de verse afectadas que los hombres por agorafobia. A nivel mundial, se estima que el cinco por ciento de las personas sufren de agorafobia una vez en sus vidas, incluyendo tres veces más mujeres que hombres. Los Trastornos de pánico se dan en promedio a la edad de 24 años, la agorafobia particularmente comienza más o menos a los 28 años. Estas prevalencias son bastantes relativas, ya que sabemos que cada persona es única y vive las experiencias de una forma excepcional.La agorafobia es un trastorno que limita mucho la calidad de vida de las personas, ya que muchas veces la evitación se asocia a actividades cruciales de la vida diaria, como por ejemplo: usar transporte público, salir de cada, ir de compras, etc.
¿Cuál es el tratamiento de la agorafobia?
Para un mejor pronóstico el tratamiento debe ser multifactorial, es decir que incluya: psicoeducación, entrenamiento en el control de ansiedad con te unas de respiración y relajación, técnicas cognitivas para el análisis de pensamientos y exposición paulatina al estímulo que se evita.En la mayoría de los casos se requiere de una evaluación psiquiátrica y de prescripción de fármacos.
Algunas sugerencias:
Conocer sobre la ansiedad y aceptarla como una respuesta normal, son los elementos necesarios para aprender a manejarla.
El tratamiento cognitivo-conductual ha mostrado ser el modelo teórico más eficiente para tratarla. Si necesitas buscar ayuda, dicha línea psicológica es ideal.
La exposición gradual ya sea guiada en casos más graves; o de forma autónoma en casos menos graves.
Busca ejercicios de respiración, estos funcionan de forma rápida para calmar los síntomas fisiológicos.
Recomiendo por último, ver una preciosa película española llama “Todos están Muertos” que relata la historia de Lupe qué pasó de ser una estrella de rock de los años 80 a una dueña de casa que cocina a gran escala tartas de manzanas para que su madre Paquita las venda y así poder sobrevivir. Depende completamente de ella, porque padece agorafobia desde prácticamente su juventud. La película entrega el valioso regalo de acercarse a cómo es la experiencia de una persona qué transita en el miedo, en la permanente angustia, acompañada de sus fantasmas del pasado, con las pérdidas, pero también con la esperanza, la libertad y el amor.
“La causa del suicidio no es la depresión, la causa radica en la desesperanza”
Balbi
La OMS ha informado últimamente que una persona se suicida en el mundo cada 40 segundos, también dice que en los últimos 40 años la tasa de suicidios ha aumentado en un 60%, en algunos países está dentro de las tres primeras causas de muerte en personas de 15 y 40 años y en otros tantos está ubicado en el segundo lugar en personas entre los 10 y 24 años. Por lo tanto, estar consciente que cada día personas se suicidan y saber que la mayoría de éstos y éstas ocurren en la etapa de la juventud, es un problema grave que tenemos al cuál no se puede estar indiferente.
Sabemos también que es un asunto complejo, ya que el problema involucra factores sociales, psicológicos, culturales y ambientales, lo que implica un trabajo en conjunto para el levantamiento de investigaciones, intervenciones, educar a los jóvenes sobre el tema, generar mecanismos de prevención, re – pensar nuestra sociedad, etc.
Sin embargo, todos aquellos esfuerzo que se puedan estar haciendo en la actualidad no han arrojado resultados favorables, ya que la tasa de suicidios e “intentos de” aumentan cada día, por lo tanto hay que tomar nuevas direcciones que apunten a los sustancial del problema.
De todos los factores antes mencionados, aquellos que son psicológicos son los que determinan la toma de una decisión final, que para la persona que la vive en ese momento significa una única solución o posibilidad posible, ya que para tomar una decisión tan dolorosa hay que estar en un estado mental determinado.
No obstante, para el sentido común, una decisión de este tipo no cabe en lo que sería una decisión razonable, ya que está matizada de elementos religiosos y jurídicos, por lo tanto la persona que comete un acto de este tipo sería un individuo que no está en sus cabales, que está en un estado patológico, o que solo bajo su “trastorno” puede tomar una decisión así.
Creemos que lo que lleva a una persona al suicidio es principalmente la desesperanza, la poca expectativa en los proyectos de vida. En este sentido, nuestro aporte desde la psicoterapia es lograr en conjunto con la persona un re – encantamiento con la vida, a fecundar sentimientos menos dolorosos y a encontrar un sentido en su existencia.
“Hay viento, hay frío, hay niebla… y este mundo no me gusta, voy a saltar y a volar, ya no quiero vivir más, la vida es una mierda”
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