Para poder entender esta forma de trabajar en psicología primeramente es necesario saber qué es la psicoterapia. Muchas personas tienen cierto conocimiento en mayor o menor medida respecto a lo que es, sin embargo también existen prejuicios y/o manejo de información imprecisa o incorrecta. Es por esta razón que resulta fundamental definir qué es lo que se puede esperar de este proceso y que no.
La psicoterapia es esencialmente una relación interpersonal entre un paciente y un psicoterapeuta que busca a través del trabajo colaborativo el cuidado del otro (paciente) a través de la solicitud. Aquí el cuidado debe entenderse como un movimiento que le permita a la persona recobrar su libertad y mitigar su sufrimiento. A diferencia de otros enfoques en salud donde la relación entre profesional y paciente es manifiestamente vertical, la psicoterapia se fundamenta en una relación horizontal que reconoce dos expertos trabajando por un fin común, el psicólogo como experto en psicología y el paciente como experto en su experiencia de ser sí mimo. Por lo anterior no es responsabilidad del psicólogo definir cuál es el problema que tiene el paciente y darle una determinada solución, ni tampoco lo es que el paciente tome una disposición exigente y desentendida respecto al proceso psicoterapéutico. Para que se puedan reconocer avances desde ambas partes debe existir un compromiso mutuo, lo cual lleva a otro punto relevante: la duración.
Muchas personas suelen consultar por atención psicológica pensando que en una o pocas sesiones lograran encontrar una solución del experto, sin embargo como se ha dicho, es una idea equivocada. La psicoterapia implica una exploración y acompañamiento que puede extenderse por varios meses, más o menos dependiendo del caso particular, por lo que las soluciones a corto plazo no existen en este ámbito. Las sesiones son semanales y duran entre 45 minutos a 1 hora, sin embargo cuando no existe un compromiso mutuo, el proceso puede alargarse, verse deteriorado e incluso generar un quiebre entre terapeuta y paciente.
La herramienta principal del terapeuta es la pregunta, aquella que apunta a la propia experiencia del paciente y que idealmente abre la posibilidad de que el paciente se siga preguntando.
En esa exploración y acompañamiento el terapeuta y el paciente irán descubriendo o echando luces sobre aquello que se encuentra en el origen de su sufrimiento, siempre desde la negociación de significados, el respeto y la humildad. Cualquier forma que se aparte de lo antes dicho no debe definirse como psicoterapia.
La psicoterapia, en el caso de las personas mayores de edad, debe ser voluntaria, ya que de otra manera difícilmente se puede lograr el vínculo terapéutico. El vínculo terapéutico es fundamental para el proceso y consiste esencialmente en la simpatía entre terapeuta y paciente. Simpatía entendida como una resonancia o mutua conexión recíproca entre ambos. En el caso de los menores de edad, es responsabilidad de la familia y terapeuta negociar un sentido que motive al niño(a) o adolescente a tomar psicoterapia.
La relación psicoterapéutica también puede verse afectada por la valoración que tiene el paciente de la psicoterapia en sí o del psicoterapeuta. Muchas veces los prejuicios negativos respecto al apoyo que puede entregar el psicoterapeuta influyen negativamente en la relación reafirmando la idea preconcebida del paciente. En otras ocasiones puede generarse un reposicionamiento del paciente en su valoración si decide confiar y mostrar una apertura.
La ética es un parte primordial del trabajo en psicoterapia y cualquier acción que la contravenga destruye los cimientos del vínculo terapéutico. Lamentablemente la ética en psicoterapia no tiene un respaldo legal, ni sanciones colegiales de relevancia, por lo que queda a criterio de cada profesional. Esto sin duda ha llevado a innumerables jornadas de reflexión, ya que muchos psicoterapeutas ejercen fuera de los márgenes éticos necesarios.
El Posracionalismo Fenomenológico Hermenéutico es una corriente en psicoterapia. Una corriente es una determinada forma de hacer psicoterapia. En psicoterapia y contrario a lo que se pueda pensar no existen corrientes psicoterapéuticas mejores que otras, o al menos todavía no se ha podido comprobar. Este enfoque se caracteriza por conciliar un importante respaldo científico y filosófico. Desde las ciencias, los avances en neuro-imagen han permitido la exploración del cerebro humano propiciando el avance en el conocimiento general de determinados fenómenos psicológicos, mientras que la solidez filosófica de la hermenéutica permite acceder a la individualidad del paciente en el trabajo en psicoterapia. Los fundamentos filosóficos que sustentan este enfoque psicológico provienen de importantes filósofos del siglo XXI como Heidegger, Ricoeur, Levinas, Patocka, entre otros.
Desde este enfoque no existen ideas preconcebidas del paciente, ni tampoco categorías. Se intenta ser respetuoso con la particularidad de cada quien y humilde en la exploración de su mundo personal, es por ello que su autor Giampiero Arciero habla de hacer psicoterapia a mano desnuda. La exploración y negociación de significados se va dando en la misma fluidez del proceso que en un primer momento intenta comprender una situación específica para poder abordar lo histórico, que en definidas cuenta sostiene una determinada inclinación en la forma de ser, buscando una nueva comprensión que reposicione al paciente y le permita acogerse, aliviarse y escogerse. Por lo tanto la experticia del terapeuta no viene dada por reconocer un determinado patrón y definir un tratamiento en correspondencia, sino en ejecutar adecuadamente los movimientos del método psicoterapéutico para que el paciente pueda aclararse.
Ps. Alma Bascuñan S.
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