“El recién nacido está allí y pareciere que nada funcionara”
“Me siento una mala madre”
“No seré capaz de cuidar a mi hijo”
Las frases anteriores grafican la sensación que una madre puede sentir en un puerperio invadido por sentimientos melancólicos, a pesar que pareciera ser una etapa de la vida de una mujer asociada a la alegría y satisfacción. Sin embargo, algunas madres experimentan durante algún tiempo estados de ánimos bajos, una sensibilidad emocional fuera de lo habitual, cansancio, miedo al fracaso, desvelos matizados con sentimientos de culpas. Ya desde los tiempos de Hipórates las dificultades asociadas a la maternidad en sus inicios quedaron considerablemente descritas en sus tratados, lo cual nos revela que dichos estados psicológicos han acompañado a las mujeres como una sombra durante miles de años ( se puede encontrar también con el nombre de “psicosis o locura del puerperio” ).
Factores psicológicos, tales como: una experiencia de parto traumático o problemas de lactancia pueden desencadenar estados psicológicos asociados al desánimo, también pueden ser desencadenados por la falta de apoyo social o ambiental antes y después del parto. Entonces, la vivencia prenatal de la madre esta asociada a situaciones angustiosas, los procesos de apego en la primera etapa de la maternidad se pueden convertir en un proceso complejo para la madre que repercuten de manera directa e inevitable en el bebé.
Con el tratamiento psicológico es posible abordar aquellos elementos que desencadenan los síntomas descritos anteriormente, para que la persona logre adaptarse a la nueva situación familiar y logre así vincularse con el recién nacido, posicionarse en su nuevo rol y de disfrutar su nueva vida con su bebé.
Ps. Alma Bascuñan S.
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